La humanidad desde la primera época era una sola comunidad (umma) con una sola religión (din). Cada vez que discreparon, Allah les envió un profeta o hizo descender un Libro con la Verdad para devolverles a ella o para que decida entre los hombres sobre aquello en lo que discrepaban. Dijo el Altísimo: “Los hombres eran una única comunidad y Allah envió a los profetas como portadores de buenas nuevas y advertidores. E hizo descender el Libro con la Verdad para que fuera un juicio entre los hombres sobre aquello en lo que discrepaban” Sura 2, La vaca, aleya 213. Los enviados continuaron hasta que llegó Mohammad -Allah le bendiga y salve a él y a su familia- sello de todos los profetas. La gente le necesitaba para que les salvase del extravío, corrupción e ignorancia en el que se encontraban, excepto un pequeño grupo que se había mostrado rebeldes con la idolatría, y a ellos se refiere el final de las siguientes palabras: “Ciertamente Allah miró a la gente de la tierra y odió a todos ellos, ya fueran árabes o no, excepto a pocas personas de la gente del Libro” Muslem Que excelente es aquel que dijo:” Viniste mientras la gente estaba en caos y no podías pasar junto a ellos sin encontrar un ídolo al lado de otro. El cesar de los romanos es un tirano con sus súbditos y el gobernante persa quedó sordo y ciego de vejez.
Siguieron llegando enviados, algunos coincidieron en el tiempo, pero la situación cambió después de Isa (Jesús). 600 años después fue enviado un nuevo profeta en una época en la que la se había extendido entre la gente del Libro la noticia de que el tiempo en el que llegaría un nuevo enviado estaba cerca, y tenemos las palabras de Allah: “Y ahora que les ha llegado un libro de Allah, que es una confirmación de lo que ya tenían, no creen en él, a pesar de reconocerlo y de que en otro tiempo pidieron auxilio contra los incrédulos”. Sura 2, La vaca, aleya 89. Había hombres que se negaban a aceptar la ignorancia dominante en esa sociedad y aspiraban al puesto de profeta, deseando ser elegidos para él. Entre ellos estaba Umayya ben Salt, que deseaba ser el profeta de los árabes y en cuya poesía buscaba a Allah Altísimo. Sobre él dijo el Profeta: “Y Umayya ben Abi al-Salt casi se convierte al Islam” Muslem. Pero el destino les sobrepasó a todos y le dio la confianza a un hombre que no la esperaba en absoluto, y él es Mohammad ben Abdellah –Allah le bendiga y salve a él y a su familia- “No esperabas que te fuera revelado el Libro; no es sino una misericordia de tu Señor” Sura 28.
Y para que pudiese ser así y recayese el honor de la profecía en Mohammad- Allah le bendiga y salve- Allah tuvo que preservar la vida de su padre.
Narró la gente de la biografía con fuentes en Ibn Abbas –Allah esté satisfecho de él y de su padre- : “Abd al-Muttaleb prometió, en caso de que Allah le concediese tener diez hijos, degollar a uno de ellos. Cuando Allah le dio lo que deseaba sorteó entre sus hijos para ver cuál sería degollado, y entonces salió el nombre de Abd Allah, su hijo menor, al que más quería. Abd al Muttaleb dijo: ¡Señor mío! sortearé entre él y cien camellos. Y cuando lo hizo salieron los cien camellos” Biografía profética de Dayá al- Umari. Y los degolló. ¿Y por qué? Para salvar a Abd Allah. Y se salvó para depositar en el útero de su esposa, Amina bint Wahb, la más pura y honorable simiente. Y eso fue lo que ocurrió. Y Abd Allah creció y se casó con Amina. Y cuando se completó lo que Allah había decidido, salió en un viaje comercial, en una caravana, enfermando a su vuelta y falleciendo cuando estaba visitando a sus tíos maternos Benu Uday ben al-Nayyar. Murió y fue enterrado allí, poco antes de que naciera su hijo. Dejó a su esposa embarazada esperando el día del nacimiento noble. Y ese día fue muy probablemente el lunes 12 del mes Rabi` al-Awwal del año del elefante. Es decir, el año en el que Abraha ben al-Sabah o Abraha el de la cara cortada, hizo una expedición contra La Meca para intenta destruir la Kaaba, rechazándole Allah, como vemos en la sura 105, El Elefante. Por eso el Profeta- Allah le bendiga y salve- solía observar el ayuno los lunes y decía: “Ese es el día en el que nací, el día en el que fui enviado” Muslem. El Profeta nació huérfano de padre. Dijo Allah Altísimo “Acaso no te halló huérfano y te amparó” Sura 93, La claridad de la mañana, aleya 6. Y se encargó de él su abuelo Abd al Muttaleb y le amamantó, según la costumbre de su tribu, una mujer de benu Saad b. Bakr, Halimah bint abi Dhuayb. su nodriza Y le había amamantado antes su madre Amina y Zuwaibah, sirviente de su tío Abu Lahab.
Todos los biógrafos confirman que el nacimiento del Profeta- Allah le bendiga y salve- coincidió con un año de hambruna en la zona donde vivían los Benu Sad. Las ubres se secaban, la agricultura se marchitaba. Los árabes tenían por costumbre entregar sus bebes a nodrizas que vivían fuera de la ciudad con el fin de que se criaran en ambientes más sanos y puros. Un grupo de mujeres de Benu Saad, entre los que se encontraba Halima, acudió a la Meca en busca de niños que amamantar. La mayoría de ellas encontraron bebes pertenecientes a familias ricas, pero Halima fue la última en llegar y además era pobre, y nadie deseaba confiar el cuidado de su niño a gente pobre, así que se tuvo que conformar con un huérfano: Mohammad -Allah le bendiga y salve-. Y éste les trajo la bendición. De repente las ubres se llenaron de leche y el campo floreció. Y hubo otros sucesos, otro milagro. Ése fue “La apertura del pecho del Profeta”. El ángel Gabriel apareció ante el Enviado de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- cuando estaba jugando con otros niños. Lo tomó, lo arrojó al suelo y abrió su corazón, del cual sacó un pequeño coagulo de sangre y dijo: “Esta era la parte de Satanás en ti”. Entonces lo lavó en un vaso de oro que estaba lleno con agua de la fuente de Zamzam, luego lo devolvió a su lugar. Los niños regresaron corriendo con su madre (es decir, su nodriza) y le dijeron” Mohammad ha sido asesinado”. Volvieron donde él estaba y su color había cambiado. Anás dijo:” Yo solía ver la cicatriz de aquella herida en su pecho”. Narrado por Muslem. No hay duda de que la purificación o eliminación de la parte de Satanás es una señal de profecía y una preparación para la impecabilidad. Los sucesos de su niñez le guiaron y nunca se postró ante un ídolo ni cometió pecado alguno, a pesar de que eso estaba muy extendido entre su pueblo.
Este suceso provocó que volviese a La Meca, y volvió para encontrar una madre generosa y un abuelo solicito y cariñoso que encuentra en su nieto el consuelo tras la muerte de su hijo Abd Allah, fallecido en la primavera de su juventud. Cuando cumplió los seis años, su madre Amina consideró, como fidelidad y cariño para su esposo, que debía acompañar a Mohammad -Allah le bendiga y salve- a visitar la tumba de su padre en Yatreb (Medina). Cuando llegaron a Abwa (a unos 190 kilómetros de Medina), de regreso a la Meca, Amina enfermó y murió repentinamente, dejando a su hijo huérfano con sus sirvientes. Volvieron con él a la Meca y se lo entregaron a su abuelo paterno, quien lo recibió con un cariño insuperable. Pero cuando él tenía –Allah le bendiga y salve- ocho años, perdió también a su abuelo, el cual antes de morir encomendó a su hijo Abu Taleb la protección y tutela de su pequeño nieto, permaneciendo Mohammad bajo su tutela hasta que alcanzó la mayoría de edad. (Su tío Abu Taleb fallecería tres años antes de la Hégira)
Cuando tuvo 12 años y había aumentado su conocimiento sobre lo que había a su alrededor, insistió en ayudar a su tío a solventar las preocupaciones económicas, ya que Abu Taleb tenía una familia numerosa y una economía débil. Y cuando Abu Taleb decidió viajar a Sham (Siria) en compañía de una caravana comercial –los mercaderes de qoraish viajaban una vez al año a Sham (Siria)- fue doloroso para Abu Taleb separarse de su sobrino, así que decidió que le acompañase. La caravana se detuvo en Bosra (Siria) y pasaron junto a un monje cristiano llamado Bahira. Éste observó en Mohammad –Allah le bendiga y salve- los signos de la profecía y le dijo a Abu Taleb que Mohammad era el profeta esperado del que se hablaba en la Biblia. Le preguntó a Abu Taleb: ¿Quién es este muchacho? El al principio respondió: “Es mi hijo”, pero acabó diciéndole que era su sobrino. El monje preguntó: ¿Que ocurrió con su padre? Abu Taleb respondió: “Murió estando su madre embarazada de él” Entonces Bahira advirtió a Abu Taleb sobre algunos de los peligros a los que su sobrino se podría enfrentar y le aconsejó que le protegiera bien.
Tras esta advertencia, Abu Taleb terminó su viaje y regresó a La Meca. El Profeta– Allah le bendiga y salve- retornó a la vida del esfuerzo y del trabajo, pues los hombres no deben desistir del esfuerzo y del trabajo. Los profetas anteriores a él vivían con lo que conseguían con el sudor de su frente, y él – Allah le bendiga y salve- trabajó al comienzo de su vida como pastor para ayudar a su tío Abu Taleb y para la gente de la Meca a cambio de un salario. Sobre eso dice el Profeta- Allah le bendiga y salve-: “Nunca ha habido un Profeta que no haya pastoreado ovejas” Sus compañeros le preguntaron: “Oh Mensajero de Allah, ¿cuidaste ovejas? El respondió: “Si, pastoreé las ovejas para la gente de La Meca” Al Bujari. Y el pastoreo de las ovejas le sirvió como camino para ser pastor de las almas, función que llevaría a cabo posteriormente, y quizás su labor como pastor de ganado nos haga recordar los hadices en los que llama a tratar bien a los animales, además de al ser humano.
Después aprendió la profesión de comerciante con viajes al Yemen y a Sham buscando un beneficio que le permitiese vivir, y gracias a ello conoció a Jadiya bint Juwaylid, una rica comerciante de fuerte carácter y gran poder que contrataba hombres para sus caravanas. Cuando llegaron a oídos de Jadiya las grandes cualidades del Profeta Mohammad –Allah le bendiga y salve-: la sinceridad de palabra, su gran honestidad y grandes principios morales que poseía, le envió a buscar y le pidió que se hiciera cargo de una de las caravanas que iba a Sham, ofreciéndole para eso una oferta mejor que a otros; y él la aceptó y fue enviado a Siria con un hombre de confianza de Jadiya, de nombre Maysara, teniendo un gran éxito en este viaje ya que obtuvieron un beneficio mayor que el habitual. La admiración de Jadiya por Mohahmad –Allah le bendiga y salve- se acrecentó cuando Maysara le contó las grandes cualidades morales que había observado en él, así que pensó que era la persona que estaba buscando para que fuese su esposo, y así sería, ya que Mohammad -Allah le bendiga y salve- aceptó después de consultar a su tío Abu Taleb. Jadiya –Allah esté satisfecho de ella- tenía en esos momentos unos cuarenta años, mientras que el Profeta- Allah le bendiga y salve- no había sobrepasado los veinticinco. Y este matrimonio bendito duró hasta que ella falleció a la edad de 65 años, y de ella tuvo todos sus hijos, a excepción de Ibrahim – sobre él sea la paz– que lo tuvo de María.
El Profeta -Allah le bendiga y salve- se consagró a labores que redundasen en el bien de la gente y de la comunidad. Por ejemplo, participó junto con sus tíos maternos, cuando era muy joven, en el Juramento de los Justos, o alianza de los virtuosos y poseedores de la hombría de su pueblo, cuando un comerciante había sido ultrajado y tratado injustamente. Los allí presentes se juramentaron a que no hubiese en La Meca trasto injusto con su gente o con gente que no fuese de allí, y prometieron apoyar al maltratado y combatir la injusticia. Y él dijo cuando fue enviado: “En casa de Abd Allah Ibn Yudaan estuve presente en una alianza que era tal, que si me invitasen a participar ahora, en el Islam , todavía lo haría” Biografia ibn Hisham 1/92. Y también tenemos su participación en la reconstrucción de la Kaaba, después de los daños que había sufrido por una inundación que rompió sus muros. Y un trabajo como sólo se le confía a aquellas personas muy destacadas, y a la cabeza de ellos estaban Mohammad -Allah le bendiga y salve- y sus tíos maternos. Cuando comenzaron a preparase para colocar la Piedra Negra en su lugar, discreparon sobre quien debería de tener el honor de colocarla, incluso se hubieran peleado si no hubiera propuesto Abd Allah bin Abi Umayyah al Majzumi que el primero que entró por la puerta fuese el que la colocase. Y Allah Altísimo quiso que Mohammmd -Allah le bendiga y salve- fuese el primero en entrar, y todos expresaron su confianza en él. Y dijeron. “Esta es la persona de confianza y le aceptamos” ¿Y qué hizo él? Extendió su túnica en el suelo, puso la Piedra Negra sobre sobre ella e invitó a los ancianos de cada uno de los clanes a que levantasen los bordes de la túnica, y así todos juntos recogieron la Piedra y la llevaron a la Kaaba. Después Mohammad- Allah le bendiga y salve- la colocó en su lugar y terminó el problema con paz y armonía. En ese momento tenía 35 años.
Cuando Mohammad –Allah le bendiga y salve- llegó a la edad de cuarenta años ya se encontraba preparado para llevar a cabo la misión profética celestial. Habían aparecido señales de su profecía, entre ellas: la piedra que le saludaba en la Meca, visiones que se hicieron realidad. Luego Allah decidió que se aislase, y se retiró a la cueva de Hira donde se consagró a la adoración por varias noches antes de volver con su familia. Un día del mes de Ramadán del año 12 antes de la Hégira cuando se encontraba en la cueva de Hira se le apareció repentinamente el Ángel Gabriel, y le dijo: “¡Lee¡” El mensajero contestó: “Yo no sé leer“ “Lee oh Mohammad en el nombre de tu Señor, quien creó todas las cosas” E hizo descender Allah “!Oh tú que te arropas!¡Levántate y advierte¡ Sura 7,4, del Arropado, aleyas 1 y 2. Y desde que se le dio a él la orden de levantarse empezó a predicar y a advertir hasta que Allah se lo llevó después de 23 años, a la edad de 62 años. De estos 23 años, 13 estuvo en La Meca llamando a la religión de Allah, enseñando a los musulmanes, pidiéndoles paciencia ante el mal de los de los que se mofaban de ellos, hasta que Allah le ordenó emigrar a un sitio más seguro en el que encontrarían ansar (seguidores fieles). Y emigró a Medina, y en ella permaneció el resto de su vida. Y así escribió Allah el destino para su religión que haría llegar la Verdad. Y se completó el mensaje divino al terminar la misión de quien fue enviado.
Oh Allah recompensa a nuestro Profeta Mohammad en nuestro nombre con lo mejor con lo que hayas recompensado a un profeta en nombre de su nación. La alabanza para Allah Señor de los mundos.