Por: Hussam Khoja

Hermanos y hermanas: Hablaremos hoy de la Caridad. Habéis de saber que no consiste tan sólo en dar comida o dinero para los necesitados, aunque se trate esta última de una gran obra y deje una gran recompensa.

Hoy nos referiremos a la caridad de otro tipo, la caridad que puede dar tanto el rico como el pobre: Alegrar la vida de los que nos rodean.

Sembrar alegría en las almas y dibujar sonrisas en el rostro de aquellos que forman parte de nuestro día a día;  todo eso es una obra propia de quienes poseen un gran corazón.

Muchos musulmanes cometen un gran error cuando limitan la adoración a los actos rituales: oración, ayuno, zakat y Hajj. Pese a la gran importancia de dichos ritos en la religión de Allah, no hemos de olvidar otras buenas acciones a través de las cuales el musulmán puede ganar la complacencia divina y obtener una gran recompensa.

Una de ellas es la Alegría. Según Al Bujari, el Profeta dijo: «El musulmán es hermano de otro musulmán, no lo oprime ni lo entrega a su enemigo, dejándolo sin ayuda. Allah acude en ayuda de aquél que acude en ayuda de su hermano. A quien libera de una pena a un musulmán, Allah lo libera de otra en el Ultimo Día. Y a quien cubra los defectos de su hermano, Allah le cubrirá los suyos en el Día del Juicio.”

Otra buena acción reside en la sonrisa, puesto que es esta una manera de demostrar el afecto por los siervos de Dios y les alivia las cargas de la vida y sus dificultades. Es de suma importancia alimentar al necesitado, pagar una deuda a alguien que lo necesite, ayudar a las viudas, consolar al paciente. Pero tan importante como estas acciones son las duas, las oraciones y el optimismo.

No olvidemos que la sonrisa fue uno de los lemas de los profetas y una característica de los fieles. La alegría es Sunnah. Recordad el siguiente hadiz, que recoge las palabras de uno de los compañeros del Profeta: «No vi a nadie más sonriente que el Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones de Allah desciendan sobre él)». En otro hadiz, El Mensajero de Allah SAW, declaró la sonrisa como una gran acción, y dijo tal y como narró al-Tirmidhi: «Sonreír a tu hermano es un acto de caridad».

Otro de los actos que provocan alegría es el de regalar.  Los regalos como símbolos físicos que tienen un impacto significativo en la vida de las personas.  Ayudan a demostrar el afecto y a reparar relaciones personales. El Profeta, la paz sea con él, aceptó el acto de regalar ( tanto si los regalos provienen de musulmanes como de no musulmanes, de menores o mayores), lo aprobó e insistió en su práctica diciendo según al-Bujari: » «Dad regalos y amaos los unos a otros«.

Por último, y no por ello menos importante, hemos de recordar la importancia del saludo islámico. Se trata de una fórmula universal, independiente de la localización geográfica, las culturas o el tiempo en el que se viva. Saludad a aquellos que conocéis, pero también a los desconocidos, sin importar su edad.

En nuestros tiempos, las personas somos reticentes a saludarnos en la vida pública, en las calles, autobuses o aviones. Nos miramos con miedo y reparo. Saludar no es un crimen, no es una locura. Saludar es Sunnah.

Practicad la caridad, hermanos y hermanas. No solo por incrementar la recompensa de vuestras obras, si no por amor a esta vida, que es creación de Allah. Que vuestros actos diarios estén llenos de alegría y bondad, así estaréis haciendo una sutil invitación a la religión de Allah. Que es la religión de la sonrisa. Que es la religión de la paz.