La alabanza para Allah, Señor de los mundos. Que la paz y las bendiciones de Allah recaigan sobre el señor de los enviados, sobre su familia, todos sus compañeros, sus seguidores y quien los sigue con el bien hasta el Día del Juicio.

A quien haya obrado con rectitud sea varón o hembra, siendo creyente, le haremos vivir una buena vida y le daremos la recompensa que le corresponda por lo mejor que haya hecho”. Sura 16, La abeja, aleya 9. Es decir, vivirá en este mundo una vida buena con satisfacción, con la provisión halal de la Providencia y el éxito para las obras buenas. Dijo al-Hasan: “La buena vida es la vida en el Paraíso, porque allí es una vida sin muerte; rica, sin pobreza; con salud, sin dolencias; con felicidad, sin fatigas ni desgracias”. Y la vida bajo la sombra de la buena palabra, palabra del Tawhid, es una vida buena, es la que dijo Allah Altísimo: “¿Acaso no ves como Allah compara la buena palabra con un árbol bueno cuya raíz es firme y cuyas ramas están en el cielo? Da su fruto en cada época con permiso de su Señor. Allah pone ejemplos a los hombres para que así recuerden”. Sura 14, Ibrahim, aleyas 24, 25.

Si, cuando la buena senda se establece en el alma del siervo y su corazón se llena de luz y obediencia, entonces fluye de él el bien y la luz sobre muchos corazones. Es como el árbol cargado de frutos del que disfruta mucha gente.

Queridos hermanos y hermanas: Todos estamos de acuerdo en que la felicidad es una demanda de todas las personas en todo tiempo y lugar. La buscan tanto el piadoso como  el disoluto, el creyente y el no creyente, el obediente y el rebelde; todos, absolutamente todos, buscan ser felices con palabras y hechos, pero los caminos que siguen para llegar a ella son diferentes; pues mientras el musulmán comprometido con su religión ve que la felicidad está en satisfacer a Allah Altísimo y el sometimiento a sus órdenes y prohibiciones;  otros creer que la felicidad consiste en tomar drogas y alcohol, o en ir  detrás de las pasiones y los placeres de la vida, en ocupar altos cargos y ostentar honores y poder, en dar órdenes y mandar.

La búsqueda de la falsa felicidad y el descanso está entre los grandes motivos que empujan a la rebeldía y a dejar las practicas piadosas Todo el mundo, creyentes y no creyentes, piadosos y crápulas desean la felicidad y buscan quitar de su vida las preocupaciones, la turbación  y todo lo que hace que la vida sea desgraciada, pero hay pocos que siguen el camino correcto y lo consiguen, la mayoría se desvía de él a la izquierda o a la derecha, tapan sus ojos, no dejan que estos vean la verdad de la felicidad y su secreto más extraordinario, y lamentablemente sólo son felices cuando acumulan abundante dinero o bienes,  y si eso les fallase dirán que la vida es una porquería.

Queridos hermanos y hermanas: Muchas personas viven engañadas. Piensan que la felicidad depende del dinero, la riqueza y la posición social, pero la realidad nos dice que esto no es cierto, ya que el dinero por sí solo no hace que seamos felices -aunque pueda ayudar en cierta manera-. La felicidad emana del alma, que tiene que estar contenta y satisfecha; surge de la fe y la buena gestión que hagamos en nuestra vida; el dinero por sí solo no hace que seamos felices. La felicidad, por tanto, aparece dentro del alma y los elementos exteriores, como el dinero, los honores, el poder o cosas de parecida índole, son secundarios. Es más, muchos ricos son desgraciados teniendo enormes bienes materiales; mientras que hay pobres que son enormemente felices a pesar de la dureza de su vida y su pobreza. Además, el dinero es una cosa que viene y se va. ¡Cuántos ricos se han convertido en pobres de la noche a la mañana! ¡Y cuántos pobres se han convertido en ricos de un día para otro! Y eso sucede continuamente: “El pobre no sabe cuándo será rico y el rico no sabe cuándo caerá en la miseria” , dijo un pensador. Y otro dijo: “No humilles al pobre, tal vez…… te inclines un día  ante el– cuando la fortuna lo haya elevado, Quizás reúna riqueza quien no la va disfrutar, y la disfrute aquel  que no trabajó para hacerla”. A esto podemos añadir la ansiedad y preocupaciones que sufre el rico cuanto intenta amasar una fortuna, el miedo que siente a perderla, y otras muchas cosas negativas que afectan a su salud y a su felicidad.

Quizás alguien pregunte: ¿Para conseguir la felicidad debe la gente renunciar a su mundo y a la totalidad de placeres, honores y posición social? ¿Acaso podemos deducir de esto que debemos vivir apartados absolutamente de los placeres que nos proporciona esta vida? La respuesta es no: la gente necesita seguir viviendo esta vida que les ha tocado y disfrutarla -pero sin excesos-, pues la barca no avanza sobre la tierra. El Islam autoriza ganar dinero e insta al musulmán a que trabaje para conseguirlo siempre y cuando pueda hacerlo, y señala la recompensa para los que se esfuerzan en ayudar a los hijos, los huérfanos, los necesitados y las viudas. Dice el hadiz:” Una persona que se retira a la cama después de un laborioso día, se retira perdonado (con el perdón de Allah)”.  El Islam no impide a la gente disfrutar de la vida. Dijo el Altísimo: “¡Hijos de Adán! Poneos vuestros mejores y más puros vestidos en cada lugar de oración; y comed y bebed, pero no os excedáis. Es cierto que Él no ama a los que se exceden. Di: ¿Quién prohíbe los adornos de Allah, creados por Él para Sus siervos, y las cosas buenas de la provisión?”. Sura 7, al Araf, aleyas 31,32.

No es contradicción que el ser humano disfrute de lo que Allah le concedió de cosas buenas. No es una condición para ser feliz privar al ser humano de los placeres que Allah nos ha dado en esta vida, ni, por supuesto, debemos renunciar para ser felices a nuestro “din“ y dar rienda suelta a las lujurias y caprichos. Es más, la condición más importante para ser feliz es que el ser humano esté aferrado fuertemente a su religión, que siga el camino que Allah nos ha trazado. Ese es el secreto de la felicidad y su fuente de bienestar más extraordinaria para nuestras almas. La fama, el dinero, la posición social son factores complementarios de felicidad, pero no esenciales, ya que los pilares de la felicidad se encuentran en lo que Allah nos ha ordenado que hagamos. Ibn Abbas –Allah esté satisfecho de él- nos transmitió: “Come y bebe los que quieras, siempre que no lo hagas con derroche y presunción “. En resumen, la piedad, el encomendarse plenamente a Allah Todopoderoso, es el origen de la felicidad y su secreto. La felicidad no está en acumular dinero sino en tener temor a Allah. Quien teme a Allah es feliz. Y toda felicidad sin eso es una felicidad incompleta, amputada de lo esencial y fruto de la imaginación, incluso si se reuniesen alrededor de ella otros elementos que se supone podrían facilitarla, ya que la felicidad brota del corazón y no es una lluvia que cae espontáneamente del cielo. Y el alma generosa, satisfecha, piadosa, purificada y exenta de vicios, es feliz en cualquier momento y dondequiera que esté, tanto en el palacio como en una choza, en la ciudad o en el pueblo, en sociedad o en soledad, entre los palacios y las casas, entre los montículos o en las rocas. Quien busca la felicidad auténtica no la busca en el dinero, la nobleza, la posesión de plata u oro, palacios o jardines, sino que la encuentra en sí mismo. Su alma, si quiere, puede ser la fuente de su felicidad y bienestar, pero ¡cuidado! también, por el contrario, puede ser la fuente de su infortunio o desgracia, de su pesar o pena. Dijo Allah Altísimo: “Que habrá triunfado el que la purifique y habrá perdido quien la lleve al extravío” Sura 91, El sol, aleyas 9 y 10. ¡Qué son esas sonrisas que ves brillantes en las bocas de los pobres, desgraciados, afligidos y sufrientes, sino muestras de que ellos son felices en sus vidas, felices consigo mismos! ¡Y qué son esos quejidos que se escuchan crecientes de los pechos de los ricos y magnates, señores de la grandeza y el honor, pero que en el fondo son desdichados en sus vidas, y son tremendamente infelices! Lo que enturbia la pureza de esas almas, perturba su tranquilidad y quietud, y roba su sosiego y bienestar es el alejamiento de Allah Altísimo. Sin Él no se ilumina la página de la felicidad, ni brilla su sombra. Quien quiere la máxima felicidad debe dirigirse a Allah con todas sus fuerzas, con amor, con “dikr,” con temor, rogando, y cosas parecidas a éstas.

 Dijo Sheyj al Islam Ibn Taymyya:  “Quien quiera la felicidad eterna debe adherirse al umbral de la servidumbre”. Y dijo – Allah tenga misericordia de él-: “No hay entre las criaturas nada con lo que el siervo encuentre sosiego, descanse y sea agradable para él excepto Allah, alabado sea. Y quien adore y ame a otro que no es a Allah, pues su amor esta corrompido mucho más que si comiese una comida venenosa

¡Oh Allah! Guíanos por tu camino recto y fija nuestros pasos en él hasta que te encontremos y estés satisfecho de nosotros. Bendice a nuestro señor Mohammad, a su familia, a todos sus compañeros y seguidores, y a quien los sigue con el bien hasta el Día del Juicio.