Los enviados y profetas de Allah – Allah les bendiga y salve- tenían como misión salvar a sus comunidades y pueblos de peligros que sólo podía ser evitados si se atendían las indicaciones y órdenes que ellos portaban. Y no hay duda de que los seguidores de los profetas siguieron ese camino trazado por su predecesores -la paz sea sobre ellos-, y por tanto, el que invita seguir a Allah y es sincero con su religión (din) tiene como misión conseguir que aquel a quien dirige su mensaje pase de una realidad corrupta a la realidad de la virtud y de las buenas obras, y de una situación mala a otra situación buena y satisfactoria. Pero esto con el ser humano tiene sus dificultades porque el hombre siempre suele mostrar recelos, dudas, es dado a retorcerlo todo, y sólo se suele inclinar a sus deseos. Por eso, la misión del que predica el camino de Allah es dura, ya que casi es más fácil trasladar una montaña de su sitio que dirigir al ser humano a algo que a éste no le agrada; sin embargo, qué obediente es el ser humano cuando su corazón le llama, y en ese caso, qué paciente se muestra ante las penalidades y daños que quizás le afecten, y esto para buena suerte del ser humano. Por esto, el predicador exitoso era aquel que sabía llegar al corazón del que predica y tenía éxito en satisfacerlo, ya que, si triunfa al convencer al corazón, podría conducir con éxito a su dueño hacia la corrección y el bien que desea para él.

Los ejemplos sobre esta forma sabia de actuar del predicador son numerosos en la biografía de nuestro profeta -Allah le bendiga y salve- y en la biografía de sus compañeros -Allah esté satisfecho de ellos-. Entre ellos tenemos las palabras que dirigió el Profeta -Allah le bendiga y salve- al joven que acudió a él solicitándole permiso para cometer adulterio. El Profeta -Allah le bendiga y salve- le dijo:”¿Acaso te gustaría que alguien hiciera lo mismo con tu madre, con tu hija, con tu hermana con tu tía paterna, con tu tía materna?” A esto le respondió el joven que no. Desde aquel día el joven detestó el adulterio. Y entre otros ejemplos tenemos las palabras de Musab ben Umayr a Usayd ben Hudayr –Allah esté satisfecho de ambos- cuando Usayd se sorprendió ante el anuncio que hizo Musab de seguir el camino de Allah en Medina, renegando así de la antigua religión de su pueblo. Usayd censuró su cambio y profirió amenazas contra él si no se detenía ante lo que pretendía hacer. Ante esto Musab le dijo: “¡No quieres sentarte y escuchar! Si nuestro asunto te agrada, acéptalo; y si lo odias, dejaremos de llamarte a lo que odias”

Pero ¿cómo debemos hablar a los corazones y de qué manera les debemos exponer los hechos de la religión? La respuesta es que la más exitosa forma de exponer los hechos de la religión a la gente es apoyándonos en métodos ilustrativos que expongan estos hechos con imágenes vivas a través de relatos o por medio de ejemplos o alegorías; y este es el método que sigue el Corán y, asimismo, siguió nuestro fiel Profeta; y es el que debe adoptar todo predicador en todo tiempo y lugar.

Sí, nuestro Profeta –Allah le bendiga y salve- para explicar los significados de fe y los hechos religiosos abstractos elegía historias tomadas de la realidad que servían para ilustrar esos hechos y aclararlos. Y en las historias nuestro Profeta- Allah le bendiga y salve- elegía  hechos y comportamientos que inclinaban y satisfacían los corazones, y hacían que éstos adquiriesen  la calma y la certeza de esa verdad.

La creencia sana revive y se extiende gracias a la fidelidad y firmeza de su dueño. Esto conlleva la capacidad de soportar por ella cualquier daño o pesar y estar dispuesto a sacrificar todo lo que uno posee de honor, rango, dinero; rechazando lo que se le ofrece a cambio de dejarla. Por otra parte, la persona debe elegir la más beneficiosa estrategia y él medio más útil para divulgarla, aún a costa de su vida. ¿Entonces, fijar esta verdad con esta manera teórica hace que alcance las profundidades de los corazones? La respuesta es no, ya que es necesaria exponerla y divulgarla de otra manera más didáctica con el fin de que se pueda aclarar y se haga comprender de la forma más elocuente posible. Y el Enviado de Allah nos guio en este asunto, eligiendo para nosotros historias ejemplificantes de los predecesores a la hora de explicar hechos religiosos. En uno de esos relatos se cuenta lo siguiente: “Hubo cierta vez un rey que tenía con él a un mago y éste, al llegar a una edad avanzada, le dijo al rey: “Me he hecho ya viejo, envíame pues a un joven que le enseñe la magia”. Así que le envió un muchacho para que le enseñara. En el camino que tenía que seguir el joven para llegar a la casa del mago habitaba un monje cristiano con el que se sentó para escucharle, quedándose maravillado por sus palabras. De manera que siempre que iba a ver al mago se sentaba con el monje, hasta que fue golpeado por el mago, debido a su continua tardanza y entonces se quejó al monje, que le dijo: “Cuando temas al mago le dices: Me ha impedido llegar a tiempo mi padre o mi madre; y cuando temas a tu padre o a tu madre le dices: Me ha impedido llegar a tiempo el mago.“ Y mientras él estaba en este dilema acertó a pasar por donde se encontraba una bestia enorme que tenía acorralada a una gente. Y se dijo a sí mismo: “Hoy voy a saber quién de los dos tiene razón, si el mago o el monje.” Entonces cogió una piedra y dijo: “¡Oh Allah, si la práctica de este monje es más querida por ti que la del mago, mata a esta bestia de forma que la gente pueda ir en paz!” Así pues, arrojó la piedra y mató a la bestia, y la gente marchó tranquilamente. Después fue al monje y le informó de lo sucedido. Y el monje le dijo a continuación: “¡Hijo mío!, tú, por lo que veo, hoy has alcanzado un grado más que yo. Serás puesto a prueba y si esto sucede, no le digas a nadie que fui yo quien te enseñó.”  Pasó un tiempo y el joven curaba a los ciegos de nacimiento y sanaba a los leprosos y a gente con otras enfermedades. Se enteró de esto un consejero del rey que se había quedado ciego y vino a él con gran cantidad de regalos y le dijo: “¡Todo esto para ti si me curas!” Él le contestó: “Realmente yo no curo a nadie, el que cura es Allah Altísimo. Si crees en Allah, yo le pido por ti y Él te curará.” Entonces creyó y Allah Altísimo lo curó. Después el consejero acudió a reunirse con el rey, como solía hacer, y éste le preguntó: “¿Quién te ha devuelto la vista?” Dijo:“Mi Señor”. El rey le preguntó: “¿Acaso tienes otro señor que no sea yo?” Dijo: “Mi Señor y tu Señor es Allah“. Entonces el rey lo cogió y no cesó de castigarle hasta que le indicó cómo encontrar al joven que le había curado la vista. Así pues, fue llevado el muchacho ante él y le dijo: “Hijo mío, tu magia ha alcanzado tal punto que curas sin cesar a los ciegos, a los leprosos y a muchos otros.” El muchacho le contestó: “Realmente yo no curo a nadie, quien verdaderamente cura es Allah, Altísimo sea.“ Entonces lo cogió y empezó a castigarle sin parar hasta que le dio noticias del monje. Se lo trajeron y le ordenó: “¡Reniega de tu religión (din)!”. Y como se negaba, mandó que trajeran una sierra, se la colocaron en la raya de separación de la cabeza y le separaron el cuerpo en dos mitades. Después mandó llamar al consejero y le ordenó que renegara de su fe. Pero se opuso, y le hicieron lo mismo que al monje. Después le trajeron al joven y le dijo que renegara de su creencia, pero como se negó, lo llevó con algunos de los suyos y les dijo: “Llevadlo hasta la cima de la montaña tal y si no reniega de su fe, arrojadlo al abismo.” Y cuando estaban en lo alto de la cima, dijo el joven: “¡Oh Allah, si Tú quieres, líbrame de ellos por el método que desees!”. Entonces tembló la montaña con ellos y se cayeron. Y él fue caminando hasta el rey, que le preguntó:“¿Qué han hecho tus compañeros?” Respondió: “Allah me ha librado de ellos.” Entonces lo mandó con otros a los que dijo: “Llevadlo en una barca hasta alta mar y decidle que reniegue de su religión (din) y si no, arrojadlo por la borda.“ Y cuando llegaron dijo el joven: “¡Oh Allah, si quieres, líbrame de ellos por el método que desees!” Entonces, al momento volcó la barca con ellos y se ahogaron. Y él se fue andando hasta el rey que le dijo: “¿Qué ha sido de tus compañeros?” Le dijo:“Allah Todopoderoso me ha librado de ellos. En este momento Allah Altísimo inspiró al joven una argucia con la que poder divulgar la fe entre la gente. Y ella consistía en la muerte real del muchacho, ante la que el joven se mostraba feliz ya que estaba dispuesto a difundir la creencia en Allah a cualquier precio- Dijo al rey: “Tú realmente no podrás matarme mientras no hagas lo que yo te ordene.” El rey contestó: “¿Y qué es?” Dijo el muchacho: “Reúne a toda la gente en un mismo lugar y átame en cruz al tronco de un árbol. Después, coge una flecha de mi canana, ponla en el centro del arco y di: “En el nombre de Allah, Señor del muchacho”, y me disparas. Y si lo haces así me matarásCon ello el muchacho quiso mostrar a la gente un aspecto de la fe en Allah, para que viesen que el Señor en el que creía el joven era Allah, y sólo en nombre de Allah podría matarle el rey. De esta manera consiguió su propósito y el estúpido rey no se dio cuenta de las auténticas intenciones del muchacho. Así que el rey reunió a la gente e hizo todo conforme le había dicho el joven, y cuando iba a disparar dijo: “En el nombre de Allah, Señor del muchacho”; luego disparó y la flecha fue a dar en la sien del joven y murió. Y entonces dijeron todos: “Creemos en el Señor del muchacho (es decir en Allah).“ Después le dijeron al rey: “Has visto, aquello que temías que ocurriera – es decir, que la gente creyera-, ha sucedido. Allah te ha hecho ver el motivo y te ha advertido. Pues toda la gente ha creído.” Entonces el rey ordenó hacer zanjas en las entradas de los caminos y al tiempo que fueron cavadas prendieron fuego en ellas y dijo: “¡A quien no reniegue de su din, arrojadlo al fuego o decidle “arrójate”!  Y así lo hicieron hasta que llegó una mujer con un niño que se detuvo y se acobardó. Y le dijo el pequeño: “¡Madre ten paciencia, que realmente tú estás en la verdad!”. Narrado por Muslem en su Sahihein. ¿Habéis visto de qué forma más extraordinaria ilustró el Enviado de Allah –Allah le bendfiga y salve- esta historia para provocar un gran impacto en los corazones de las gentes?

Esta historia no es fruto de la imaginación, sino que está basada en la realidad y hay una alusión a ella en la sura de las Constelaciones. Dice: “¡Qué mueran los dueños del Foso! El fuego bien alimentado. Cuando ellos estaban a su alrededor sentados y eran testigos de lo que hacían con los creyentes. Y sólo se vengaron de ellos por creer en Allah, el Poderoso, el Digno de alabanza. Aquel a quien pertenece el dominio de los cielos y de la tierra. Y Allah es Testigo de todas las cosasSura 85, Las constelaciones, aleyas 4-9. Y este hadiz noble compendió todos los detalles con el objetivo de que aprendiésemos gracias a él una lección. Nos indica que las desgracias y aflicciones que sufre la gente de la fe y los predicadores de la Verdad a manos de tiranos y déspotas no es un asunto nuevo, sino que ha sido un hecho corriente y constante en cualquier época. Dijo el Altísimo: “¿Es que cuentan los hombres con que se les va a dejar decir: creemos y no van a ser puestos a prueba?” Sura 29, La araña, aleya 2 Y dijo: “Si sufrís una herida, ellos también sufrieron una herida similar. Así es como alternamos los días entre los hombres para que Allah sepa quiénes son los que creen y tome a alguno de entre vosotros para morir dando testimonio” Sura 3, La familia de Imrán, aleya 140.

La recompensa en esta disputa entre la gente de la Verdad y la gente de lo vano o lo falso, fue para quien creyó en Allah y no para los incrédulos y pecadores, Y Allah señaló y advirtió a aquellos tiranos que sometieron a tormento y castigos a ese grupo de creyentes antes del Islam -y se dice de ellos que eran cristianos-. Dijo: “Los que pusieron a prueba con tormento a los creyentes y a las creyentes y no se volvieron en arrepentimiento tendrán el castigo del Infierno y el castigo del Fuego“. Sura 85, Las constelaciones aleya 10 . Y señaló al fuego como recordatorio del fuego que afligió a los creyentes en al-Akhdood (Najrán), cuando el rey de Himyar castigaba, arrojándolos al fuego, a los ciudadanos de la ciudad que se convertían al monoteísmo.

Los que creyeron, tuvieron paciencia, aguantaron las cargas que conlleva sus actos de fe y soportaron las agresiones a las que fueron sometidos, tuvieron estas palabras de Allah Altísimo: “Los que creen y practican las acciones de bien, tendrán jardines por cuyos suelos corren los ríos. Ese es el gran triunfoSura 85, Las constelaciones, aleya 11 Esta es la retribución que recibirán, tanto si vencen a sus enemigos en este mundo como si mueren mártires en el camino de Allah y de la Verdad.

Pedimos a Allah Altísimo que nos beneficie con estos ejemplos y relatos aumentándonos nuestra fe y haciéndola más firme hasta que lo encontremos y Él esté satisfecho de nosotros. Amen. La paz sea sobre los enviados. La alabanza para Allah Señor de los mundos