Allah Altísimo en su Libro nos narró numerosas historias. La primera historia que nos llama la atención cuando leemos el Corán es la historia de Adán y el demonio. Es sabido que el objetivo de presentar estas historias en el Corán es que el creyente las recuerde, reflexione sobre ellas y las tome en consideración. Dijo el Altísimo: “Hay en sus historias motivo de reflexión para los dotados de intelectoSura 12, José, aleya 111. ¿Qué conclusión podemos extraer de la historia de Adán y satanás? Tanto Adán como el demonio actuaron de manera diferente después de caer en la desobediencia de la orden de Allah. El demonio al evitar prosternarse ante Adán, y Adán al comer del árbol prohibido. Dijo Allah Altísimo: “Y cuando dijimos a los ángeles ¡Prosternaos ante Adán! Se prosternaron excepto Satanás. Se negó y fue altivo. Era de los infieles. Dijimos: ¡Adán! ¡Habita con tu esposa en el Jardín y comed de él cuanto y donde queráis, pero no os acerquéis a este árbol! Si no, seréis de los impíos. Peo el Demonio les hizo caer perdiéndolo, y les sacó del estado en que estabanSura 2, La Vaca, aleyas 34-6. En cuanto a la postura de Adán con respecto a lo que hizo, es decir, comer él y su esposa del árbol prohibido, él confesó su pecado y reconoció su error, diciendo ambos a una sola voz: ! Señor ¡Hemos sido injustos con nosotros mismos! Si no nos perdonas y Te apiadas de nosotros, seremos, ciertamente, de los que pierden.” Sura 7, Los lugares elevados, aleya 23. Esta actitud expresa la madurez del alma y su sensatez, ya que es una respuesta en la que se responsabiliza a sí mismo del problema y no busca un chivo expiatorio al que acusar de su error. En lo que respecta a la posición del demonio de rechazar la orden que Allah le dio a él y a los ángeles de prosternarse ante Adán, pues fue todo lo contrario, ya que rechazó reconocer su error, y no sólo eso, sino que fanfarroneó, y cuando su Señor le preguntó contesto” ¿Qué es lo que te ha impedido prosternarte cuando Yo te lo he ordenado? Dijo: “Es que soy mejor que él, a mí me creaste del fuego y a él le creaste del barro “Sura 7, Los lugares elevados, aleya 12. Esta actitud ominosa es la que le abrió a él la puerta de la maldición hasta el Día del Juicio. Dijo el Altísimo: “Dijo: ¡Sal de aquí¡¡Eres un maldito¡! La maldición te perseguirá hasta el día del Juicio¡ Sura 15, al Hichr, aleyas 34, 35. Mientras que Adán, por su actitud manifiesta de reconocer su error y su petición de perdón por su pecado,  mereció la misericordia de Allah Altísimo y su perdón. “Adán recibió palabras de su Señor aceptando su arrepentimiento. ¡Él es el Indulgente, el Misericordioso!”. Sura 2, la vaca, aleya 37. De esto deducimos que es bueno evitar caer en el error de principio; pero lo más hermoso es saber cómo salir de él y librarse de sus consecuencias, si se cayese en él. “Todo ser humano comete errores, pero los mejores son los que se arrepienten” (Ibn Abi Shima y otros. Autentificado por el Albani). Y hacia esto se encaminó Adán; y de esto se apartó el diablo, el maldito. Esta es la lección y la moraleja que  podemos entresacar de la historia.

Para aumentar los beneficios morales y espirituales de esta historia, centrándonos especialmente en lo que respecta a la actitud de Adán en ella, debemos decir -y con Allah está el éxito- que el ser humano, ante cualquier desgracia o prueba a la que se enfrenta en la vida, debe buscar la causa del problema primero en sí mismo, antes de buscarlo fuera, imitando de esta manera el proceder de nuestro padre Adán -sobre él sea la paz-, quien no atribuyó al diablo que le tentó -incluso siendo esto cierto- el hecho de su desobediencia a Allah y las consecuencias que esto tuvo. Ni se lo atribuyó al destino celestial; por el contrario, asumió el error y su responsabilidad directa sobre ello. Y esta es la actitud que pedimos. Dijo el Altísimo: “¡Más aún! El hombre testificará contra sí mismo, aun cuando presente sus excusas”. Sura 75, La Resurrección, aleya 14 y 15. Y en el hadiz qudsi” ¡Oh siervos míos!, ciertamente son vuestras obras las que he registrado para vosotros. Luego las recompensaré y quien encuentre bien, pues que alabe a Allah, y quien no encuentre eso, que no culpe a nadie más que a sí mismo Muslem. Siguiendo el camino del padre honorable, sus hijos- los enviados y los virtuosos- continuaron después de él con esta actitud sana y ejemplar. Así, Moisés -sobre él sea la paz- cuando cometió un error matando sin justo motivo, reaccionó y dijo: “¡Señor!, he sido injusto conmigo mismo. ¡Perdóname! Y le perdonó. Él es el Indulgente, el Misericordioso Sura 28, El relato, aleya 16. Jonás -sobre él sea la paz- cuando se fue airado a causa de su pueblo y cayó en el vientre de una ballena, se le ocurrió decir: ¡No hay más dios que Tú! ¡Gloria a Ti”! He sido de los impíos Sura 21, Los profetas, aleya 87. Los musulmanes cuando fueron derrotados en la batalla de Uhud se cuestionaron el motivo de su derrota, entonces descendió el Sagrado Corán y les dijo: Vosotros sois la causa de la derrota. “Cómo, cuando os sobreviene una desgracia, después de haber infringido el doble de aquella, decís aún: ¿De dónde viene esto? Di: De vosotros mismos. Allah es omnipotente”. Sura 3, La familia de Imrán, aleya 165. Incluso Satanás el maldito parece que asimiló la lección y negará -habiendo transcurrido el tiempo- el día del Juicio ser responsable de que la gente hiciese caso a su promesa y, como nos informa el Sagrado Corán, les dice, “El Demonio dirá cuando se decida la cosa: Allah os hizo una promesa de verdad, pero yo os hice una que no he cumplido. No tenía más poder sobre vosotros que para llamaros y me escuchasteis. ¡No me censuréis, pues, a mí sino censuraos a vosotros mismos ¡Ni yo puedo socorreros, ni vosotros podéis socorrerme! Niego que me hayáis asociado antes a Allah. Los impíos tendrán un castigo doloroso, mientras que quienes hayan creído y obrado bien se les introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos y en los que estarán, con permiso de su Señor, eternamente” Sura 14, Abraham, aleyas 22, 23

Ciertamente, tras seguir y observar hechos o sucesos en diferentes campos de la vida, llegamos a la conclusión de que los factores internos son los fundamentos de todo lo que acontece o sucede. Vamos a aclarar estas palabras con ejemplos: El que haya enfermedad en el cuerpo no es debido a que haya bacterias en él, ya que el cuerpo humano está lleno de bacterias, la mayoría de las cuales no producen ningún daño, al contrario, algunas son beneficiosas, sino que la enfermedad se produce por la ruptura de la barrera inmunológica por cualquier motivo, y esto es lo que da la ocasión para que la bacteria ataque y produzca la enfermedad. Un ejemplo parecido lo podemos aplicar en otros campos, por ejemplo, la historia: Ciertamente la caída de las civilizaciones no ocurre como consecuencia de codicias exteriores, sino que la mayoría de las veces se produce debido a disputas y al desgaste interno de los pueblos. Así encontramos que Allah Altísimo dice: “Esto es así porque Allah no modifica la gracia que dispensa a un pueblo mientras éste no cambie lo que en sí tiene. Allah todo lo oye, todo lo sabe”. Sura 8, El botín. Aleya 53. Es decir que la causa del cambio que produce la perdida de bendiciones y la llegada de desgracias u otras cosas que afectan negativamente a la vida de las personas se encuentra en nosotros mismos. Nosotros somos los principales responsables, ya que, sobre los otros factores, los exteriores, representados por los adversarios y enemigos, de los que hipotéticamente se debe esperar todo lo reprobable, el mal y el daño, no tenemos nosotros ningún dominio; sin embargo, si tenemos la posibilidad de no aceptar y rechazar esas propuestas que son negativas para nosotros. De entre los ejemplos que nos llevan a confirmar lo que decimos, tenemos lo que ocurrió cuando entraron los mongoles de Hulagu Khan en la capital del califato islámico, Bagdad, en el año 656 H, matando a miles de personas, como atestiguan las fuentes históricas. Ahora nos preguntamos: ¿Si hubiese habido resistencia por parte de ese rebaño humano o si hubiese habido intento de escapar, acaso hubiese llegado la pérdida a esos límites? Ciertamente, no hubo una simple huida para escapar con vida de la matanza, y esto significa que la decisión de vivir se bloqueó totalmente en la gente en aquellos días, y así se invirtió el signo y los mongoles tuvieron en este caso la misma decisión y espíritu que tenían los musulmanes cuando salieron a conquistar el mundo, pero el coraje  de los musulmanes se cambió ahora a la sumisión  que afecta a la gente de civilizaciones colapsadas y así siguió su curso la sunna de Allah Todopoderoso “Nosotros hacemos alternar esos días entre la genteSura 3, La familia de Imran, aleya 140. Frente a esto podemos decir que cualquier cambio en la persona es el comienzo o el medio que lleva a cambiar las condiciones deterioradas, confirmando las palabras del Altísimo “Allah no cambiará la condición de un pueblo hasta que este  no cambie lo que en sí tiene. Sura 13, El trueno, aleya 11. Pedimos a Allah, alabado sea, que nos haga ver con nuestros ojos y nos haga regresar al camino correcto. Amen, Amen.

Así el Corán ha colocado nuestras manos sobre la fuente del problema, reemitiendo la responsabilidad del problema a nosotros mismos. Después aclaró más profundamente la cuestión cuando trató el problema de la injusticia existente en la tierra, y confirmó que su raíz es la injusticia del ser humano consigo mismo. Dijo el Altísimo “Y no fue injusto con ellos Allah, sino que ellos fueron injustos consigo mismo”. Sura 43, El lujo, aleya 76. Aquí, cuando hablamos de injusticia nos referimos a su significado más amplio, nos podemos referir a la injusticia que cometemos con otras personas o a la injusticia que se ejerce alrededor de nosotros, sin que nosotros reaccionemos, y permanecemos callados. Lee y reflexiona sobre las palabras del Altísimo: “Si pudieras ver a los impíos, de pie ante su Señor, recriminándose unos a otros. Los que fueron débiles dirán a los que fueron altivos: “Si no llega a ser por vosotros, habríamos creído”. Los que fueron altivos dirán a los que fueron débiles: “¿Somos, acaso, nosotros los que los que os desviaron de la dirección cuando se os indicó ésta? ¡No, fuiste culpables!  Los que fueron débiles dirán a los que fueron altivos “¡No!, que fueron vuestras maquinaciones de noche y de día, cuando nos instabais a que no creyéramos en Allah y a que Le atribuyéramos iguales” Y, cuando vean el castigo, disimularán su pena. Pondremos argollas al cuello de los que no hayan creído. ¿Serán retribuidos por otra cosa que por lo que hicieron?  Sura 34, Los Saba, aleyas 31-33. Estas aleyas nos aclaran que hay dos tipos de impíos: los débiles y los altivos. Las aleyas comenzaron hablándonos sobre el primer tipo, los débiles, ya que ellos son en el fondo los que hacen a los tiranos y a los altivos. Por esto el Altísimo dijo sobre el pueblo del faraón que serían responsables de la tiranía de él” Extravió a su pueblo y este le obedeció: era un pueblo perverso”. Sura 43, El lujo, aleya 54.

No se liberará el ser humano de la época de la opresión hasta pasar por tres etapas:

En la primera etapa debe aprender que no se debe ser injusto consigo mismo, es decir, que no debe llevar a cabo el papel del mercenario que renuncia a sus principios y humanidad ante quien le da su sustento diario, convirtiéndose, de esta forma, en manos del altivo como un bastón con el que golpea al justo y al libertino, al virtuoso y al perverso. Algunos de los  que han pasado por esta etapa la han denominado la etapa del bastón.

En la segunda etapa se debe evitar ser injusto con los demás, rechazando obedecer a quien ordena la injusticia, sea quien sea. Esta etapa se denomina la etapa del pensamiento, ya que el ser humano ahora tiene una base de principios que le hace aceptar o rechazar cosas. Dice el Altísimo: “Pero, si te insisten en que Me asocies aquello de lo que no tienes conocimiento, ¡no les obedezcas! En la vida de acá ¡pórtate amablemente con ellos! Sigue el camino de quien vuelve a Mi arrepentidoSura 31, Loqmán, aleya 15. Por esta etapa pasaron en la Meca algunos compañeros del Profeta, Allah esté satisfecho de ellos. Un ejemplo claro es la postura de Bilal que mientras le torturaban decía “ahad, ahad” (queriendo decir que Allah es Uno y él Único Dios), rechazando de esta manera la petición de que renegase de su Señor y de su profeta, y esto nos indica que él tiene unos principios que defiende.

En la tercera etapa se evitará que otra persona practique la injusticia. Se le dirá: “No lo harás mientras yo esté vivo”. Esta postura la representa Saad ibn ar-Rabi, quien, mientras estaba herido en Uhud, se dirigió a sus compañeros diciendo “No tendréis excusa ante Allah si el Mensajero resulta herido y vuestros ojos siguen parpadeando (es decir, que seguís vivos)

Conclusión:  La moraleja que podemos extraer de esta historia es que la raíz de los problemas de la gente -tanto a nivel individual como grupal- en cuanto al fracaso a la hora de conseguir un objetivo deseado o la aflicción que nos provoca el dominio de un enemigo o la perdida de una gracia o la llegada de una desgracia, reside muchas veces en nosotros mismos, en las limitaciones o incapacidad  del individuo a la hora de hacer todo lo necesario con el fin de conseguir lo deseado y evitar lo temido. ¡Hermano! ¡Reflexiona! Allah concede el éxito. Alabado sea nuestro Señor Todopoderoso y la paz sea sobre los enviados. Alabado sea Allah, Señor de los mundos.