La alabanza para Allah, Señor de los mundos. Las bendiciones y la paz para el señor de los enviados, para su familia y todos sus compañeros.
Queridos hermanos y hermanas: El 17 de Ramadán recordamos la batalla de Badr, batalla que volcó el equilibrio en la península arábiga y en la zona. El mes de Ramadán no es sólo el mes del ayuno, con abstinencia de comer y beber, sino que también es el mes del Corán, el mes de la planificación y la defensa de la Verdad frente a lo vano y lo falso. No es un mes para la diversión, el dormir, la inactividad y la vagancia, ya que en él ocurrieron la mayoría de los grandes hechos y batallas en la historia de la comunidad islámica. Allah Altísimo recogió la batalla de Badr en Su Libro Sagrado con el nombre de día del Discernimiento, porque en ese día se diferenció entre la Verdad y lo falso. Dijo Allah – alabado sea-: ”Si es que creéis en Allah y en lo que hizo que bajara sobre Su siervo el día del Discernimiento, el día en el que se encontraron las dos tropas” Sura 8, Los botines de guerra, aleya 41.
Desde la emigración (Hiyra) a Medina, los musulmanes bajo la dirección del Enviado de Allah ﷺ estaban en esfuerzo continuo, lucha constante, trabajo duro y preparación permanente para combatir a los enemigos acechantes, ya que la gente de Quraysh perseguía a los musulmanes y enviaba de vez en cuando a alguien para que intentase asesinarlos en la ciudad de Medina. Por eso vemos que el Enviado de Allah ﷺ se preocupó por fundar el Estado basándose en la hermandad y la cooperación. Hermanó a los emigrados de La Meca con los ”Ánsar” o habitantes de Medina que se convirtieron al Islam y aceptaron al Profeta y a sus seguidores en sus casas, reconcilió a los banu Aus y a los Banu Jazray, pasando a ser todos hermanos por la gracia de Allah, e hizo un pacto con los dirigentes judíos en pos de la convivencia, el respeto mutuo y la protección de la ciudad, que era la patria común de todos, frente a las amenazas exteriores. Procuró que no se burlase la seguridad de la ciudad ni se conspirase con los enemigos contra ella, garantizándose de esta manera la seguridad y la estabilidad para todos. Además, se continuo con los adiestramientos y el envío de espías. Envió un grupo para que informase de las noticias de Quraysh, y se persiguieron sus caravanas comerciales para advertirles que no estaban en un lugar seguro y podrían ser apresados por los musulmanes. Anteriormente, Quraysh se había apoderado de los bienes de los emigrantes cuando éstos abandonaron La Meca, dejándoles sin nada; así Qu raysh durmió el sueño del delincuente que comete un crimen y tiene la seguridad del castigo, mientras que los que han sufrido injusticia duermen despreocupados y no pierden el derecho que hay detrás de su demanda. Después, Allah Altísimo autorizó la lucha en defensa de la religión y de los lugares de adoración para musulmanes y no musulmanes. Preservaron los musulmanes los lugares de adoración para musulmanes y no musulmanes, tanto judíos como cristianos en todos los países que conquistaron; mientras que encontramos que diversos Estados cambiaron las mezquitas a establos para el ganado y cerdos. Dijo Allah Altisimo:“A quienes luchen por haber sido víctimas de alguna injusticia, les está permitido luchar y verdaderamente Allah tiene poder para ayudarles. Los que fueron expulsados de sus casas sin derecho, sólo porque habían dicho Nuestro Señor es Allah. Si Allah no se hubiera servido de unos hombres para combatir a otros, habrían sido destruidas ermitas, sinagogas, oratorios y mezquitas, donde se menciona en abundancia el nombre de Allah. Es cierto que Allah ayudará a quien Le ayude. Verdaderamente Allah es Fuerte y Poderoso” Sura 22, La Peregrinación, aleya 40. Éste es un giro extraordinario que nos da una clara idea de la tolerancia del Islam y la precisión de sus leyes. La aleya nos habla que hay que acabar con lo falso y reprobable y establecer el culto a Allah, como nos dice el Altísimo: “Esos que si les damos poder en la tierra establecen la oración, entregan el zakat, ordenan lo reconocido y prohíben lo reprobable. A Allah pertenece el resultado de los asuntos” Sura 22, La Peregrinación, aleya 41.
Ciertamente la sabiduría del Enviado de Allah ﷺ brilla y nos dio ejemplo en:
- En la planificación sana, la organización sólida y el liderazgo juicioso y perfecto representado en su persona ﷺ.
2.La “Shura” (Consejo o asamblea). La shura forma parte de las grandes tradiciones heredadas de la práctica del Enviado ﷺ y tiene su base en el igualitarismo entre musulmanes. En la batalla de Badr la vemos supeditada a las situaciones de los ataques y a los pactos para la política realizados según el Islam (Fiqh al-Sira, Al-Buti -Allah tenga misericordia de él)- . Vemos que el Profeta ﷺ consulta a sus compañeros (Sahaba) antes de comenzar la guerra, y Abu Bakr, Ali y Al Miqdad Ibn Amr le responden: “Enviado de Allah, camina por lo que te ha ordenado Allah, que nosotros estamos contigo. Por Allah que no te diremos como le dijo Benu Israel a Moisés: “Vete tú y tu Señor y luchad vosotros, que nosotros nos quedamos aquí”, sino que, por el contrario, diremos: “Ve tú y tu Señor y luchad, que nosotros lucharemos con vosotros”. Estas tres personas eran de los emigrantes. Y dijo el Profeta ﷺ: “Asesórame, oh pueblo”. Él ciertamente quiso saber la opinión de los ansar por dos motivos importantes:
1) Que ellos constituían la mayoría en el ejército.
2) Porque su pacto de fidelidad era en Medina defensivo, como fijaban los apartados del Juramento de Fidelidad de Aqaba, y el Profeta ﷺ iba a entrar ahora en una guerra fuera de Medina, El representante de los ansar, Saad Ben Muadh –Allah esté satisfecho de él- comprendió perfectamente la intención del Profeta ﷺ y dijo: “Por Allah, ¿nos quieres, oh Mensajero de Allah? Él dijo: “Si”. Y Saad respondió: “Tal vez tengas miedo de que los ansar vean que el acuerdo solo obliga a defenderte en Medina, y yo digo en nombre de los ansar y respondo por ello: pues ve con nosotros donde tú quieras, conecta la cuerda de quien quieras y corta la cuerda de quien quieras. Coge de nuestros bienes lo que quieras y danos lo que quieras, que lo que hayas tomado sea más querido para nosotros que lo que dejaste. Ve, Enviado de Allah y haz lo que Allah te ha ordenado. Haz lo mejor para que Allah esté satisfecho. Y dijo: porque hemos tenido fe en ti, te hemos creído y damos testimonio que lo que viene contigo es la Verdad” Estas palabras provocaron placer y alegría en el Enviado de Allah ﷺ y dijo: Caminad con la bendición de Allah y dad la buena nueva, porque Allah me ha prometido uno de los dos grupos. ¡Por Allah¡, es como si ahora estuviese viendo a los luchadores del pueblo”. Cuando llegó al campo de batalla, Al-Habab Ibn Mundher vio que el lugar en el que estaban no era adecuado para acampar, se dirigió al Profeta ﷺ con educación y respeto y le dijo: Enviado de Allah, ¿Has visto este lugar? ¿Acaso es un lugar que Allah ha revelado y no nos corresponde a nosotros avanzar o retroceder de él, o es opinión, guerra o estratagema? Le respondió el Enviado de Allah ﷺ: Mas bien es opinión, guerra y estratagema. Ante esa respuesta dijo al-Habab: Este lugar no es adecuado, y les guio al sitio más favorable, y en eso hubo bien para el ejercito musulmán ya que pudieron dominar los pozos y el agua, lo cual tuvo una enorme importancia en la batalla.
Tras organizar las filas de los musulmanes y encomendar paciencia y firmeza a los combatientes, se dirigió a Allah con una invocación (duá): “Allah, haz que pueda llevar a cabo lo que me prometiste. ¡Allah¡ destruye este grupo que no te adorará en la tierra nunca”. Los compañeros del Profeta ﷺ levantaron un pequeño refugio para el Enviado, como les aconsejó Muad –Allah este satisfecho de él-. Y así fue la batalla de Badr, el primer encuentro armado entre los musulmanes y los enemigos de la Verdad. Fue una batalla decisiva en la que Allah concedió la victoria a los creyentes a pesar del escaso número de los musulmanes y que cambió el curso de la historia. Dijo el Altísimo: “Es cierto que Allah os ayudó en Badr, aunque estabais en inferioridad de condiciones. Así pues, temed a Allah y podréis ser agradecidos” Sura 3, La familia de Imrán, aleya 123. El número de musulmanes no sobrepaso los 313 hombres a las órdenes del Profeta ﷺ , y no tenían medios de transporte sino dos caballos y setenta camellos; mientras que los idólatras eran más de mil, y todos bien equipados. Tuvo lugar la batalla y venció la minoría creyente, cayendo las cabezas de los politeístas y en primer lugar Abu Yahal (Amr ben Hisham), sobre el que comentó el Profeta ﷺ : “Abu Yahal es el faraón de esa comunidad”. Es el que insistió en el enfrentamiento a pesar de la salvación de la caravana que salieron a proteger, Se cuenta que ellos -quraish- cuando decidieron salir hacia Badr se aferraron a las cortinas de la Kaaba buscando la ayuda de Allah, y dijeron “Oh Allah, Haz vencer al más elevado de los dos bandos, a la mejor senda de las dos partes, al más honorable de los dos grupos” Esta era una invocación para sí mismos, no para el Enviado y sus compañeros (sahaba). Y así terminó el primer encuentro entre los soldados del Misericordioso y los soldados del diablo, para que Allah concediese la Verdad y anulase lo falso, para que esta batalla fuese una luz que iluminase los corazones de los creyentes y un camino hacia la gloria, la seguridad y la paz; para que los creyentes aumentasen su fe con la fe de ellos, y para tranquilizar los corazones de la gente de la Verdad. Ciertamente, la victoria no depende del número de soldados o de su equipamiento, sino que la victoria está en la fuerza de la fe, en el temor a Allah Todopoderoso, en la unidad de las filas y en la justicia del asunto. Por otra parte, con respecto a Quraysh, la arrogancia de sus dirigentes llevó a un daño incalculable a la dirección del grupo: cada uno de ellos quiso ser dirigente; en cambio, en las filas de los musulmanes todos estaban unidos bajo la dirección del Profeta ﷺ, pidieron ayuda a Allah haciendo “dikr”, mantuvieron la paciencia y procuraron la justicia. Dijo el Altísimo, dirigiendo estas palabras a sus siervos creyentes: ¡Vosotros que creéis¡ Cuando tengáis algún encuentro con una tropa, sed firmes y recordad mucho a Allah, para que así podáis tener éxito. Y obedeced a Allah y a Su mensajero y no disputéis entre vosotros, porque si lo hicierais os acobardarías y perderíais vuestro ímpetu. Y tened paciencia, pues ciertamente Allah está con los pacientes.” Sura 8, Los botines de guerra, aleyas 45, 46. Allah, a ojos de los idolatras, empequeñeció a los creyentes, y les despreciaron; y a ojos de los musulmanes disminuyó a los idolatras, lo cual sirvió de motivación ante la firmeza y el rango del enemigo. Los musulmanes competían por estas dos cosas hermosas:” la muerte por Allah o la victoria”; en tanto que la gente de Quraysh luchaba por la vida, y cada uno de ellos pensaba o bien en su esposa, o bien en sus bienes o en sus hijos. Ciertamente la sinceridad y la lealtad a Allah Altísimo son las armas auténticas para conseguir la victoria: “¡Cuantos grupos pequeños en número vencieron a ejércitos numerosos con el permiso de Allah¡ Allah está con los pacientes”. Sura 2, La vaca, aleya 249.
Queridos hermanos y hermanas: lo que está ocurriendo a los musulmanes en numerosos lugares, especialmente en Palestina, hace caer al ser humano en estupor. Dijo Allah: “Y solo se vengaron de ellos por creer en Allah, el Poderoso, el Digno de alabanza”. Pero la esperanza, que está acurrucada en los flancos del dolor, nos señala que la victoria está próxima ya que hay una creencia, una fe afianzada que purifica la mente de toda ansiedad o pensamiento negativo, y purifica el alma de cualquier miedo y temor. Gracias a eso no nos veremos afectados por la desesperación nunca, pues la fuerza no está en las balas, o en los misiles o aviones, sino que la fuerza auténtica se refugia y oculta en el corazón de la creencia y la fe, y la creencia por sí sola está sustentada por fundamentos sólidos, no cabiendo en ella la fantasía o supersticiones. Gracias a ella se purifica la mente de toda la mugre que podamos tener en la vida, y sostiene al alma la certidumbre. Un alma que solo atiende a los avisos de Allah y sólo a Allah obedece. Allah es quien juzgará y toda la fuerza está en Allah, alabado sea.
¡Allah te rogamos que crees armonía en nuestros corazones y nos reconcilies! ¡Guíanos por el camino de la paz! ¡Sácanos de las tinieblas y llévanos a la luz! Bendice, Allah, a nuestro señor Mohammad, a su familia, compañeros, seguidores, y a quienes les siguen con el bien hasta el Día del Juicio.